...Somos ricos...

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domingo, 9 de noviembre de 2014

La última del Valle Sagrado.

¡Mari Mari niñas!

(ando con nostalgia del sur)

¿Cómo están?

Mis chicas, ya me voy del Valle Sagrado, ustedes pensarán que estoy como un disco rayado con este valle, pero la verdad es que conquistó mi corazón. Es en verdad un valle muy especial. Por varias razones.

1.- Están todos locos. Sí, como leen. Están todos locos. Las mamitas de las montañas, los viejitos ebrios de chicha, niños y niñas, todos chascones correteando por ahí (es tradición que a los niños no les corten el pelo hasta que cumplen los tres años, y aún cuando los más grandes lo llevan corto, todos los niños son chascones), los extranjeros que conquistados se vinieron a vivir acá, los adolescentes con su peinados extraños y actitud indiferente, la gente tirando basura en el rio. En fin, todos locos.


Yo creo que son todos medio extraterrestres.

2.- Uno está rodeado de montañas. Todo el tiempo. En todas partes. La cordillera de los Andes marca el ritmo de vida, que es lento, porque a mucha altura uno se cansa más. Estoy siempre como a 3.000 msnm (metros sobre el nivel del mar). Hay menos oxigeno por lo que todo funciona lento.

 

Mi cordillera querida.

3.- El rio es una presencia constante, era sagrado para los indígenas que acá han vivido a través de los tiempos. Y la gente tira toda la basura ahí. En Pisac hay como tres basureros para todo el pueblo, así que la gente en vez de caminar hacia ellos se acerca a la orilla y tira sus bolsas adentro del rio.


A pesar de la basura es bonito para pasear.
Ella es Padme, una de las niñas con la que vivo.

4.- Está lleno de sitios arqueológicos. Ya les he contado: centros de cultivo, fortalezas militares ("pukaras", les llaman los andinos), caminos, templos, “tambos” (posadas), puentes. Todo es de roca sólida, “piedra en la piedra” como dijo Neruda y cantan Los Jaivas. Es muy hermoso. Yo me impresiono ante cada piedra niñas, en serio espero algún día puedan conocerlo.


Qorikancha, el templo al sol de Cusco. 
El más lindo de todos.


5.- Está lleno de pueblitos. Claro, en torno a cada sitio arqueológico hay algún poblado. Algunos mas grandes, como Cusco, otros más pequeños, como Calca o Yucay. Pero cada 10 minutos hay un pueblo. De hecho, entre Yucay y Urubamba son 10 minutos caminando, ¡en serio! ¡yo lo hice varias veces!.


La plaza de Yucay con el árbol sagrado.

6.- La comida. Leche de vaca, huevos de aves de corral, zanahorias y papas cultivadas en las montañas, frutas que llegan desde la selva cercana. Comen un ratón que se llama “cuy”, asado al palo, como nosotros comemos el cordero. Eso es lo único que me falta probar, la verdad es que no me he animado porque en el plato se ve así:




Asqueroso, con dientes y todo.


Y vivo se ve así:


Lo más tierno que he visto en mi vida.

Pero aparte del aspecto del cuy la comida es muy rica, mi favorita por lejos es la chifa, esa mezcla de peruano con chino… se me cae la baba de solo pensarlo.

Eso y mucho más ha sido este valle para mí. Les cuento que ahora me voy a otra aventura. Salgo mañana para Lima, y quiero hacer un camino que nadie hace, y que todo el mundo me dice que no se puede hacer. Me explico, los buses para Lima se demoran 24 horas aproximadamente desde Cusco, y yo no quiero tomarlo por varias razones.

1.- El precio, prefiero hacer un millón de cosas antes de gastar tantos soles en un pasaje de bus (¡hay tantas otras cosas que hacer!).

2.- El manejo de los peruanos. Para ser franca, manejan como unos desquiciados. Ellos lo reconocen. Pasar 24 horas en un bus con un chofer conduciendo como loco es algo que deseo evitar.

3.- No quiero pasar de nuevo por Cusco.

4.- Quiero ir por Ollantaytambo por última vez a despedirme de los amigos que hice allá.

5.- Pero todas las razones se reducen a esta última: Quiero conocer lugares nuevos.

Entonces, les muestro el mapa. 


Pinchen arriba de la imagen para verla más grande.

Quiero ir de Pisac a Ollantaytambo, de ahí a Quillabamba (marcado con rojo en el mapa) y, desde ahí, por un camino largo donde no hay casi ningún pueblo hasta Ayacucho, luego a Lima. 

“No se puede” me han dicho varias personas. Vamos a ver, les digo yo. 

Apenas llegue a Lima las llamo para contarles como me fue. Ahí tendré mejor conexión a internet y capaz que hasta nos podemos ver por  videíto. 

Muero de ganas de verlas, sigo a la espera de que me manden una foto.

¡Las quiero mucho!

¡A sus papás y hermanitos también!


¡Ah!, me olvidaba de algo MUY importante: VI FROZEN, y me encantó, les dejo mi canción favorita, con mi personaje favorito:


Olaf es LO MÁXIMO.

Ahora sí, ¡hasta pronto!

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