¡Hola mis chicas!
¡El blog resucitó!
Luego de muchas horas en avión y de dormir en varios
aeropuertos llegué, ¡por fin!, a mi continente amado.
Desde mi México, lindo y
querido, las saludo (¡ya estoy cada vez más cerca!).
Señal encontrada en el metro de Shanghai.
Les cuento, primero que todo, que Shanghai me súper encantó.
Es una ciudad IMPRESIONANTE, gigante, como todo en China, pero además, súper
moderna, súper limpia y súper bacán.
Súper Shanghai.
Hay como cien millones de cosas que hacer, y mis actividades, como siempre, se centraron en caminar, comer, ir a templos y museos, y sacar fotitos.
Una cosa que encontré muy interesante de China fueron los
templos, aunque la religiosidad de ellos me es muy difícil de entender, voy a
tratar de explicarles un poco.
Esta era una de las cientos de diosas.
Hay tres religiones principales, el budismo, el
confusianismo y el taoísmo. Pero más que adorar a algún dios, ellos lo que
creen es en el poder protector de sus ancestros: “nosotros creemos en la
familia”, me decía un chinito cuando le pregunté sobre su fé.
Las tres religiones principales no se basan en ningún dios,
mejor dicho, se basan en la creencia de múltiples dioses, pero están inspiradas
en los profetas que dieron los mensajes de cada una. Me explico, en el budismo,
se basan en las enseñanzas de Buda, en el confusianismo, se basan en las
enseñanzas de Confucio, y en el taoísmo, se basan en un libro llamado Tao Te
Kin, cuyo autor es Lao Tse.
Yin y Yang, femenino y masculino, blanco y negro, día y noche,
conviviendo en perfecta armonía,
ese es el camino del Tao.
Cada profeta (como Jesús) dejó sus enseñanzas como guía para
que las personas actuaran. Pero aparte de eso, las familias honran a sus
propios ancestros, y la cualidad de dios se mezcla con la de humano. Por
ejemplo, hay muchos emperadores que luego de su muerte se transformaron en
dioses, se les construyeron templos y se les veneraban.
Aquí antes de orar, las personas, en vez de persignarse,
juntan las manos y agachan la cabeza tres veces. Sea cual sea la religión que
profesan, las que, por lo demás, están bastante mezcladas. La gente nunca te va
a decir que es de una religión, pero todos participan activamente en los
rituales, van a los templos, oran y prenden inciensos.
Turistas y fieles se mezclan en el templo.
Luego de la revolución china, Mao intentó imponer el
comunismo (sistema político económico) como religión, pero el pueblo siguió
manteniendo sus creencias ancestrales.
Luego de visitar los templos, fui también al Museo de
Shanghai, que es realmente espectacular.
El Museo es gigante y gratis, y antes de entrar te hacen
pasar por detectores de metales y te revisan completo, la seguridad es muy
estricta.
Ahí pude ver un montón de arte y escuchar el sonido de las
campanas antiguas.
Pero llegó la fecha de mi vuelo y tuve que dejar China.
Tomé un avión de Shanghai a Guanzhou, de Guanzhou a Los
Ángeles y de Los Ángeles a Ciudad de México. Ni sé cuantas horas fueron porque
entre los vuelos, las esperas y los cambios horarios perdí totalmente la noción
del tiempo.
Acá en México me recibió me amigo Randall y su novia Fer, y nos fuimos al tiro a comer taquitos.
Además ayer fuimos a un cumpleaños y cantamos rancheras.
Lo que más me gusta es que todos hablamos el mismo idioma y
no es difícil entendernos.
Pero igual me dio un poco de penita dejar China, por todas
las cosas lindas que aprendí, los lugares maravillosos que descubrí y el
desafío impresionante que fue para mi viajar sola por un lugar tan diferente.
Eso es todo por el momento mis amores
La próxima semana más aventuras mexicanas!
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